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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 01 de junio de 2012cermi.es semanal Nº 36

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

30º aniversario de la LISMI

La LISMI reconoció la ciudadanía de las personas con discapacidad

Mª Luisa Ramón Laca, psicóloga

28/05/2012

Mª Luisa Ramón Laca, psicóloga, vicepresidenta de la Fundación Gil GayarreLa situación que vivíamos en España hace 30 años era muy parecida a la que conocí hace 50, cuando me incorporé al mundo de la discapacidad. Entonces trabajaba mano a mano con Carmen Gayarre, (que fundó la Fundación Gil Gayarre) y solicitábamos algo que resultaba revolucionario, la escolaridad para los niños con discapacidad intelectual. 

Carmen Gayarre le dijo al ministro de Educación de la época, que era Manuel Lora-Tamayo,  que quería abrir una escuela para adolescentes con discapacidad intelectual. El ministro le dijo: “¿cómo voy a escolarizar a los subnormales si no tengo escolarizados a los normales?”. Ella contestó: “el derecho a la educación es igual para todos”, el ministro se calló y le dijo “tiene usted toda la razón”, y al final ayudó mucho. “Es que no había caído”, afirmaba el ministro. Es que entonces casi nadie caía.
 
No existía ni el derecho a la educación y he visto durante mucho tiempo cómo estas personas cumplían años y se les pasaba la edad escolar, se hacían adultos en sus casas, no salían a la calle. Estaban en casa y, lamentablemente, en los psiquiátricos. Muchísimas personas con síndrome de Down vivían en un psiquiátrico por el simple hecho de tener esos rasgos tan característicos. No tenían ningún tipo de formación y fuimos muy recriminados por querer maestros para ellos, ya que ellos sólo tenían que tener cuidadores.
 
Esto ocurría en nuestro país, pero no muy lejos, en la Inglaterra de 1976, se utilizaban los términos educables y adiestrables, y sólo tenían derecho a maestro los educables. Vivían en instituciones masificadas, de hasta 700 personas con discapacidad, que se llamaban hospitales y estaban a cargo de médicos y enfermeras, y no podían ni siquiera hacer terapia ocupacional, porque se supone que eran enfermos psiquiátricos y el estar hospitalizados, los enfermos tienen prohibido hacer trabajos… no podían ni enseñarles a hacer la cama. 
 
Y entonces, según avanzaban los años, íbamos aprendiendo y recogiendo experiencias de otros países. Así, en los años 1973-1975 comenzamos a hablar de la importancia de la atención temprana. Y resultaba difícil y extraño para todos, para el SEREM, que no parecía estar muy de acuerdo al principio, incluso para los especialistas, a los que también costó convencer. 
 
En 1978, se puso en marcha el "Plan Nacional de Educación Especial" que suponía un primer avance en la integración de los estudiantes con discapacidad en el sistema educativo ordinario. Esos primeros intentos por la integración escolar fueron muy criticados en aquella época, no se entendían. Se hablaba de integración, de formación profesional, del derecho al trabajo y se intentaba desterrar esos conceptos que señalaban a las personas con discapacidad intelectual como ‘sujetos para adiestramiento’.
 

Llegó la Lismi

 
La LISMI se gestó en gran parte por Trías Fargas y su mujer, que insistió mucho en la importancia de la preparación de los médicos. El papel de Trías en la LISMI fue fundamental, ya que fue quien la promovió y la entendió. Sabía mucho sobre este tema, pero además tenía una motivación afectiva por tener un niño con discapacidad. 
 
La ventaja de la LISMI es que abarcaba todo el espectro vital, cubría toda la etapa de la vida de una persona con discapacidad. Y el problema de la  LISMI es que quiere celebrar un 30 aniversario cuando todavía no se ha aplicado en su totalidad. 
 
Ha sido una Ley fantástica porque ha aportado grandes cosas. Las leyes no te arreglan el mundo, pero sin ellas no puedes avanzar. La sociedad necesita una percha legal sobre la que sostenerse y tirar, actuar. La LISMI fue un hito enorme y de ahí se han derivado cuestiones económicas, legislativas, laborales, de todo tipo… la LISMI, como base y apoyo, ha logrado que la sociedad cambie su visión de las cosas.
 
Lo primero y más importante que se ha logrado en estos años es que a las personas con discapacidad sean consideradas ciudadanos de pleno derecho. De esta consideración de ciudadano derivan los demás derechos, y no debemos olvidar que todo derecho comporta una obligación. Y es que no eximimos de responsabilidad a las personas con discapacidad, se graduará su responsabilidad, pero responsabilidad tenemos todos. Ellos tienen sus obligaciones, las que sean, pero las tienen. 
 
Esa consideración de persona de pleno derecho es lo que más ha cambiado todo. Pero también la visión de la sociedad, esa creencia en ellos, en que efectivamente pueden, ese reconocimiento social. La sociedad ya entiende que estas personas pueden trabajar en los Centros Especiales de Empleo, que pueden aprender en Talleres Ocupacionales… esa es una percepción muy diferente de la sociedad.
 
Y luego, las familias, que perciben la discapacidad como algo más natural, evidentemente es un problema que hay que superar, pero no es una tragedia. 
 
Y creo firmemente también en el beneficio de todos los niños al compartir sus vidas, crecer en un mundo con diversidad, todos los niños juntos, con y sin discapacidad. Y fue la LISMI fue la que sentó esas bases.
 

El futuro

 
Pero la LISMI no culmina un proyecto, una tarea o misión encomendada. La LISMI debe superarse, mejorarse y hay que seguir insistiendo en la educación, en que en todas las escuelas infantiles, por ejemplo, deben contar con un apoyo de psicología, otro de logopedia y otro de psicomotricidad. Y eso debe comenzar en las escuelas infantiles, pero también continuar en las etapas sucesivas.
 
Esta cuestión que considero básica y necesaria, la educación, necesita muchos cambios todavía, avances importantes, ya que la integración educativa no ha contado con los apoyos que eran necesarios. Los efectos de esa carencia son nefastos y en muchas ocasiones ha ocurrido que algunos niños que crecían sin esos apoyos que les corresponden y necesitan, desarrollaban conductas inadecuadas, y al final esos niños eran enviados a centros de educación especial. 
 
Estamos haciendo muchos esfuerzos por compartir actividades con escuelas ordinarias, para que las escuelas especiales no sean un gueto… esa simbiosis que estaba prevista en la LISMI y en el decreto de integración no se ha desarrollado, y es necesaria.
 
Tengo esperanza en que la sociedad evolucionará, y podemos celebrar un gran logro, que las personas con discapacidad sean ya los autores de su propio proyecto de vida. 
 
 
 
Mª Luisa Ramón Laca, psicóloga, vicepresidenta de la Fundación Gil Gayarre y experta en atención temprana y educación, con una larga trayectoria de trabajo con personas con discapacidad intelectual y sus familias
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